Lo que acaba importándole más a todas las personas es lo que ocurre en la consciencia: los momentos de alegría y las épocas de desesperación acumulados a lo largo de los años es lo que determina qué será esa vida. Si no obtenemos control sobre los contenidos de la consciencia no podemos vivir una vida satisfactoria; por no hablar de contribuir a un resultado positivo de la historia. Y el primer paso hacia la consecución de ese control es comprender cómo funciona la mente.
La mente necesita información ordenada para mantenerse en orden a sí misma. Mientras cuente con objetivos claros y reciba información retroactiva, la consciencia seguirá canturreando. Por eso los juegos, los deportes y rituales ceremoniales son algunas de las actividades más satisfactorias, porque mantienen la atención ordenada dentro de los límites correctos y claros.
En la vida cotidiana las personas dicen sentirse más insatisfechas cuando están solas y sin hacer nada. Pero cuando somos más libres, cuando podemos hacer cualquier cosa que deseemos, es cuando somos más incapaces de hacer nada. En esas situaciones la mente tiende a vagar, y tarde o temprano da con algún pensamiento doloroso.
Existen dos maneras de evitar el deambular aleatorio de la consciencia, que suele experimentarse como una dolorosa sensación de ansiedad o de aburrimiento. Una es imponer orden a la mente desde el exterior. Al sumergirnos en una tarea, hablar con otra persona o incluso seguir un programa de televisión, estructuramos nuestra atención y ésta puede seguir una pauta más o menos lineal. La otra manera es desarrollar una disciplina interna que haga posible concentrarse a voluntad.
Quienes siempre se preocupan acerca de lo que puede salir mal, es posible que estén bien preparados frente a los peligros, pero desconocen qué es disfrutar la vida. La mejor estrategia implica encontrar un equilibrio entre lo que es más bueno para nosotros en general y lo que es bueno para nosotros como individuos diferenciados, que viven en el aquí y el ahora.
El futuro no está limitado por reglas ni cuenta con resultados predecibles. Necesitamos cultivar algo más que lógica si queremos prosperar en él. Debemos fomentar la intuición a fin de anticipar cambios antes de que ocurran, empatía para comprender lo que puede expresarce con claridad: sabiduría para percibir la conexión entre los sucesos aparentemente inconexos, y creatividad para descubrir nuevas maneras de definir problemas, nuevas reglas que hagan posible adaptarse a lo inesperado.
Nihaly Csikszentmihalyi (Croacia, 1934), antiguo decano del Dpto. de Psicología de la Universidad de Chicago; dirige el Centro de Investigaciones sobre Calidad de Vida; donde estudia las bases y aplicaciones de los aspectos positivos del pensamiento.
La mente necesita información ordenada para mantenerse en orden a sí misma. Mientras cuente con objetivos claros y reciba información retroactiva, la consciencia seguirá canturreando. Por eso los juegos, los deportes y rituales ceremoniales son algunas de las actividades más satisfactorias, porque mantienen la atención ordenada dentro de los límites correctos y claros.
En la vida cotidiana las personas dicen sentirse más insatisfechas cuando están solas y sin hacer nada. Pero cuando somos más libres, cuando podemos hacer cualquier cosa que deseemos, es cuando somos más incapaces de hacer nada. En esas situaciones la mente tiende a vagar, y tarde o temprano da con algún pensamiento doloroso.
Existen dos maneras de evitar el deambular aleatorio de la consciencia, que suele experimentarse como una dolorosa sensación de ansiedad o de aburrimiento. Una es imponer orden a la mente desde el exterior. Al sumergirnos en una tarea, hablar con otra persona o incluso seguir un programa de televisión, estructuramos nuestra atención y ésta puede seguir una pauta más o menos lineal. La otra manera es desarrollar una disciplina interna que haga posible concentrarse a voluntad.
Quienes siempre se preocupan acerca de lo que puede salir mal, es posible que estén bien preparados frente a los peligros, pero desconocen qué es disfrutar la vida. La mejor estrategia implica encontrar un equilibrio entre lo que es más bueno para nosotros en general y lo que es bueno para nosotros como individuos diferenciados, que viven en el aquí y el ahora.
El futuro no está limitado por reglas ni cuenta con resultados predecibles. Necesitamos cultivar algo más que lógica si queremos prosperar en él. Debemos fomentar la intuición a fin de anticipar cambios antes de que ocurran, empatía para comprender lo que puede expresarce con claridad: sabiduría para percibir la conexión entre los sucesos aparentemente inconexos, y creatividad para descubrir nuevas maneras de definir problemas, nuevas reglas que hagan posible adaptarse a lo inesperado.
Nihaly Csikszentmihalyi (Croacia, 1934), antiguo decano del Dpto. de Psicología de la Universidad de Chicago; dirige el Centro de Investigaciones sobre Calidad de Vida; donde estudia las bases y aplicaciones de los aspectos positivos del pensamiento.
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