sábado, abril 26, 2008

Carta del Jefe Seattle de la tribu Suwamish


ESTE DOCUMENTO ESTA CALIFICADO COMO "LA DECLARACION MAS HERMOSA Y PROFUNDA QUE JAMAS SE HAYA HECHO SOBRE EL AMBIENTE".

FUE ESCRITO POR EL JEFE SEATTLE DE LA TRIBU SUWAMISH DE LOS TERRITORIOS DEL NOROESTE DE LOS ESTADOS UNIDOS QUE AHORA FORMAN PARTE DEL ESTADO DE WASHINGTON.

SE TRATA DE UNA CARTA QUE SEATTLE ENVIO EN 1855 AL PRESIDENTE FRANKLIN PIERCE EN RESPUESTA A LA OFERTA DE COMPRA DE LAS TIERRAS DE LOS SUWAMISH.

DICE LO SIGUIENTE:

El Gran Jefe en Washington manda a decir que desea nuestras tierras. El Gran Jefe tambien nos envia palabras de amistad y de buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podra venir con sus armas de fuego, masacrarnos y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe en Washington podra confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podran confiar en la vuelta de las estaciones.

Mis palabras son inmutables como las estrellas.
¿Como pueden comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Como podran comprarnos a nosotros? Han de saber que cada particula de tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, la neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido, son sagrados en la memoria y en la experiencia de mi pueblo.

La savia que circula en los arboles porta las memorias del hombre de piel roja.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar entre las
estrellas. Nuestros muertos jamas olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el aguila majestuosa, son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, las salvias de las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por eso, cuando el Gran Jefe en Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservara un lugar especial para que podamos vivir comodamente entre nosotros. El sera nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas ello no sera fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centellante que corre por los rios y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos estas tierras tendran que recordar que ellas son sagradas y deberan enseñar a sus hijos que los son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida del pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los rios son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los rios llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, deberan recordar y enseñar a sus hijos que los rios son nuestros hermanos y hermanos de ustedes; deberan en adelante dar a los rios el trato bondadoso que darian a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que otro, porque el es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado, la abandona y sigue su camino. Deja detras de sí las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de sus padres y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el cielo, como si fueran cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fueran corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorara la tierra y dejara tras de si solo un desierto.

No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente de la de ustedes. La vista de sus ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizas sea asi porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningun lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningun lugar donde pueda escucharse el desplegar de las hojas en primavera o el rozar de las alas de un insecto. Pero quizas sea asi porque un salvaje no puede comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar mis oidos. Y despues de todo, ¿para que sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario de las aves, ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, asi como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodia o perfumado con aromas de pinos. El aire es algo precioso para nosotros porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el arbol, el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos dias agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si les vendemos nuestras tierras, deberan recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espiritu con toda la vida que sustenta. Y, si les vendemos nuestras tierras, deberan dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podra llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

Consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondre una condicion: que el hombre blanco debera tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de bufalos pudriendose sobre las praderas, abandonados alli por el hombre blanco que les disparo desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser mas importante que el bufalo al que solo matamos para poder vivir. ¿Que es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiese desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espiritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habra de ocurrir también al hombre. Todas las cosas estan relacionadas entre sí. Ustedes deberan enseñar a sus hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, deberan decirles a sus hijos que la tierra esta plena de vida de nuestros antepasados. Deberan enseñar a sus hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos. Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es solo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hara a si mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas estan relacionadas como la sangre que une a una familia.

Aun el hombre blanco, cuyo dios se pasea con el y conversa con el de amigo a amigo, no puede estar exento del destino comun. Quizas seamos hermanos, despues de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco tal vez descubra algun día: que nuestro dios es su mismo dios. Ahora quizas piensan que son dueños de el tal como desean ser dueños de nuestras tierras; pero no pueden serlo. El es el dios de la humanidad y su compasión es igual para el hombre de piel roja que para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para el y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su creador. Los hombres blancos también pasaran, tal vez antes que las demas tribus. Si contaminan su propia cama, moriran alguna noche sofocados por sus propios desperdicios. Pero aun en su hora final se sentiran iluminados por la idea de que dios los trajo a esta tierra y les dio el dominio sobre ella y sobre el hombre de piel roja con algun proposito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que sucedera cuando los bufalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los reconditos rincones de los bosques exhalen olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas este cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Donde esta el espeso bosque? Desaparecio. ¿Donde esta el aguila? Desaparecio.

Asi termina la vida y comienza el sobrevivir…

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